Impresiones sobre tierras guatemaltecas

18 de agosto de 2005
Lago de Atitlan (a 2´5 h al oeste de Antigua), ubicado en las tierras altas occidentales que se extienden desde Antigua hasta la frontera con México.

Arribo a “Panajachel”, población situada a las orillas del Lago Atitlan, a las 11h de la mañana, después de pasar toda la noche en el colectivo, con una terrible angustia que no me permitió dormir. La forma de manejar en Guatemala es aterradora. Drásticamente aterradora. Pareciera como si los conductores se regocijaran retando a la muerte. El viaje nocturno se caracterizó por breves paradas imprevistas en cualquier lugar de la carretera para recoger a pasajeros, y frenazos violentos intentando esquivar a chapines, caminando sin rumbo fijo, casi decayéndose a causa de los efectos del alcohol. En Guatemala es común que los indígenas se lancen al alcohol de manera compulsiva. Quizá sea el deseo por evadirse de su entorno y de abstraerse de una continua explotación laboral y humana.

“Panajachel” fue un enclave hippie en las décadas de 1960-1970. Hace unos años “Panajachel” fue una aldea tranquila donde se establecieron los maya cakchiquel, sin embargo, en la actualidad se ha convertido en una localidad turística donde conviven mayas, ladinos, estadounidenses y turistas. Es probable que haya perdido su encanto pero es un destino inevitable, ya que es el lugar de salida de las lanchas que parten a los pueblos que rodean el lago Atitlan.

Según los expertos, el lago Atitlan es uno de los pocos campos vórtice de energía del mundo, por esta razón se ha convertido en el lugar de encuentro de terapeutas y curanderos. Sin dejar de ver las ínfimas aristas de la cruel realidad, donde conviven farsantes y personajes con la bola de cristal en mano, que viven en la perdición de tanta invención espiritual, es cierto que la energía late sutilmente. Con las pupilas bien abiertas intento impregnarme de las aguas reveladoras del Lago Atitlan. Siento una ferviente atracción por los lagos. Creo que desprenden un poder incandescente alimentado por rayos energéticos. Atitlan me regala una exquisita invitación: a zambullirme en su reino.

Es sorprendente la fuerza de la cultura maya a las orillas del lago, aún conservan sus tradiciones y los dialectos mayas (tzutujil, cakchiquel y quiché). En cuanto al turismo: “San Pedro La Laguna” es el destino más solicitado por los viajeros jóvenes, por la sencilla razón que es lugar donde se pueden encontrar impresionantes fiestas y una excelente marihuana. Este hecho se enfatiza más cuando es noche de luna llena. “San Marcos La Laguna” atrae a terapeutas, reikistas, practicantes de yoga, astrólogos, profesionales e interesados en terapias holísticas. “Santa Cruz La Laguna” es un intermedio de los dos anteriores. Hasta el último momento no me decido. Sigo mi instinto y una vibración fugaz me conduce a “San Marcos”.

“San Marcos La Laguna” desprende una auténtica paz, vacilante entre la caída de la lluvia y la danza de las nubes blancas que se disuelven lentamente en la atmósfera volcánica. Paseo, leo, duermo, contemplo el lago y percibo unas miradas cálidas. Ojos negros y grandes, de una claridad innegable, acompañados de dulces sonrisas y saludos agradables.

La división de la población es evidente. En la parte baja están ubicados los hospedajes y en la parte alta las viviendas, la escuela, la iglesia y pequeños comercios. Si el extranjero no intenta descubrir que hay más allá de la escuela, jamás verá la realidad de la población, donde viven niños que se acercan corriendo desesperados para pedirme el jugo de naranja que estoy tomando o cuando me piden bolígrafos para escribir en las clases. De mientras, los viajeros nos deleitamos saboreando una exquisita comida vegetariana y los más afortunados, se alojan en el hotel “Las Pirámides”, un lugar para la meditación y el yoga, a un costo muy elevado.

20 de agosto de 2005
Antigua. Antigua vida mía

La ciudad encantada. Antigua fue fundada en 1543 y se mantuvo como la capital de Guatemala hasta que alrededor del 1700 la capital se trasladó a Ciudad de Guatemala, a causa de una gran catástrofe: un terremoto que destruyó la ciudad.

Declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, Antigua conserva sus románticas calles adoquinadas y casas de colores. Una hermosa ciudad colonial con edificios de los siglos XVII -XVIII e iglesias en ruinas que desprenden un aire misteriosamente decadente.

Hace mucho tiempo que quería conocer Antigua e intuyo que me va a cautivar o quizá es tan sólo un anhelo que de tan sólido aparece como si fuera una especie de intuición. Lamentablemente en muchas ocasiones el imaginario arrasa la realidad.

Me da la sensación que vivir en Antigua es como permanecer en la ciudad del más allá, un lugar irreal, donde el espacio y el tiempo son imperceptibles. Los Volcanes de Agua, Fuego y Acatenango abrazan la ciudad protegiéndola. Los volcanes también sirven como orientación para los chapines, quienes se mueven por instinto sin conocer apenas el nombre de las calles. En Antigua y en toda Guatemala creo que llegas antes a los sitios sin preguntar a los nativos. Unos no saben, otros se contradicen y los más osados te dicen que todo recto. La verdad es que no deja de ser gracioso.

Antigua es una de las principales atracciones turísticas de Guatemala, donde no tan sólo se entremezclan turistas en tránsito, sino también extranjeros que trabajan en temas de cooperación o estudian la lengua hispánica (hay una gran cantidad de escuelas de español). Todos estos elementos envuelven a Antigua en una burbuja europea fusionada con gringolandia.

22 de agosto de 2005
Quetzaltenango (Xela)

Me encuentro con mi amigo Javi en Quetzaltenango donde está trabajando durante un mes para llevar a cabo un proyecto sobre patrimonio. Quetzaltenango es la segunda ciudad de Guatemala, donde se puede ver una gran concentración de población quiché. Goza de una arquitectura imperial y se respira un ambiente de matiz más provinciano. Nuestra actividad principal es pasear, además de deleitarnos y perdernos en el impresionante mercado, lugar ideal de cualquier ciudad donde las cosas se precipitan en su verdadero color. La gran vitalidad de los vestidos de las mujeres mayas se fusiona con la luminosidad amarillenta de las bananas y una gran cantidad de frutas y alimentos que rodean el exterior del mercado.

Vuelvo Antigua para pasar el último día de mi viaje, disfrutando de la fugacidad del momento y anhelando quedarme un poquito más. Mañana por la tarde tomaré la camioneta dirección Ciudad de Guatemala donde pasaré la última noche. Atrás quedará Guatemala. Un país donde las sonrisas se dibujan en los rostros al cruzar las miradas.

Me reprimí muchas veces de registrar con mi cámara de fotos esos rostros y esos colores. Una belleza que se queda dentro de mí. Seguramente los chapines sientan que su alma huye con la imagen.

La hermosura y el calor humano convive con los destrozos de una guerra civil de 33 años (finalizó en el año 1996). La corrupción política, y obviamente policial, es aquí contundente. El peligro acecha varias veces infundiendo un temor justificable.

Guatemala, el temblor de una tierra que late al son de los volcanes, logrando mantener su identidad, violada infinitas veces. La lucha por los derechos humanos en Guatemala ha sido y es esencial. De manera drástica, los indígenas siempre han sido golpeados.

La gran influencia de Europa y de la temerosa potencia norteamericana ha calado profundamente hasta el punto que los propios chapines de clase alta, un círculo reducido y muy adinerado, se avergüenzan de sus propios orígenes, de la cultura maya. Para esta gente, ser indígena hoy es despreciable.

Multitud de interrogantes se despliegan en mi mente ¿tendríamos que trabajar más la conciencia? La identidad y las libertades humanas han sido históricamente destruidas, prohibiendo el derecho a existir. La violencia atroz es el pan de cada día. Las comunidades indígenas son cruelmente aniquiladas o terminan siendo integradas según los parámetros del “sistema”, pero ¿estamos hablando de integración? ¿o de un zoológico que recibe a millones de turistas atraídos por el exotismo de sus prácticas?. Aún así, la resistencia de gran parte de dichas comunidades y la defensa de sus tradiciones y derechos es realmente alentador y admirable. ¿Es posible luchar y tener la esperanza de re-construir cada uno en la medida de sus posibilidades?




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