Pinceladas bolivianas

En La Paz, la capital más alta del mundo, abrigada por impresionantes montañas y a 4000 m de altura. viven 2.400.000 (aprox) personas amontonadas. En la Paz y en El Alto (800.000 hab. aprox.), reconocida como ciudad y situada a 45 min en micro desde el centro.

Calles inundadas de frutas, empanadas salteñas, jugos, batidos, comedores callejeros, mate de coca, queso fresco, dulces. Cremas nivea, desodorantes, candados, etc... Mujeres acomodadas en el piso con sus polleras gigantes a modo de sillón, rodeadas de cualquier cosa susceptible a ser comprada. Son las cholas, grandes pilares de la Bolivia indígena, con sus polleras, sus sombreros (que no se caen ni con un leve golpe de viento), sus largas trenzas de cabello negro, y sus hijos colgados a sus espaldas, envueltos en un sinfín de mantas.

La vida en la Paz encuentra su máximo esplendor en la calle. La Sagárnaga despierta, engullida por el frío, y se convierte en escenario de una vital orquesta donde la artesanía (de plata, alpaca, cestos, mantas, etc..) desparramada por el piso armoniza con la suciedad de las calles. Escombros que duermen en cualquier rincón esperando a ser descubiertos por los perros en la noche. Ésta es la zona norte, donde se ubican los barrios más antiguos y tradicionales, y turísticos. En cambio, la zona sur, vive un tanto más tranquila en elegantes barrios, entre áreas verdes, galerías de arte y restaurantes.

El ruido de los micros, el humo que envuelve la atmósfera y los ayudantes de los conductores que gritan a los cuatro vientos el destino de los mismos (1 boliviano San Pedro!, 2 bolivianos la Ceja!...), contribuyen a la contaminación sonora. Un murmullo a modo de coro se percibe alrededor de Pérez Velasco, el lugar de paso y concentración de micros.
La Paz es caos. Un caos abrumador que, por momentos, avasalla todo mi ser. Aún así, es un caos encantador. Me fascina. Es una ciudad tan insaciable que me enamora.
Cualquier cosa puede acontecer en este país que aprendió a vivir con lo imprevisible. La sensación de que no existen normas es latente. En un segundo puedes pasar de la coherencia a lo absurdo. No es necesario comprender porque es en su personalidad bizarra donde radica su encanto. Su encanto y su fuerza, destrozada durante décadas. Bolivia está convulsionada, viviendo cambios fundamentales.
Agosto 2006
Bolivia

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